
Las oleadas de peregrinos a Santiago fueron creciendo con el paso del tiempo. Nada más descubrirse la supuesta tumba del Apóstol el obispo Teodomiro llama al rey asturiano Alfonso II el Casto para que acuda a validar con su presencia el extraordinario hallazgo. Puede considerarse uno de los peregrinos más tempraneros. Durante la segunda mitad del siglo IX y principios del siglo X las comitivas estaban formadas por fieles de los Condados y Reinos cristianos refugiados en la cornisa peninsular, que estaban obligados a peregrinar por el Camino del Norte para esquivar los embates de las pujantes fuerzas sarracenas. Avanzado el siglo X por primera vez se constata documentalmente la visita del obispo de Tuy, Gotescalco, a Santiago y con él se abren paso las primeras oleadas de francos. Ahora, sí, ya por el Camino denominado Francés, que se convierte en el principal eje de comunicación, toda vez que las tropas cristianas empujaban a sus enemigos hacia el sur peninsular. En los siglos siguientes las peregrinaciones se convierten en una fiebre convulsa que se propaga a toda Europa, de donde parten millones de peregrinos que buscan el deseado encuentro con el Apóstol. Incluso es tal la avalancha que los cabildos de Roma y Jerusalén temen que Santiago de Compostela se convierta en el primer centro de peregrinación del mundo, arrebatándoles la hegemonía mantenida hasta la fecha.
Pero para que se produzca este acontecimiento insólito es condición necesaria la preparación y desarrollo de unas tareas de infraestructura en la que van a desempeñar un papel decisivo diferentes figuras.
En el año 910 Guillermo I de Aquitania dona a doce monjes la propiedad de unas tierras en la Borgoña, naciendo así la Orden de Cluny, cuya influencia y poder sociales serán comparables a la de los reyes y nobles feudales de la época. Seguidores de las enseñanzas de San Benito de Nursia (“ora et labora”), adoptan del santo italiano las reglas de vida por las que han de regirse (“Regulae Sancti Benedicti”) y emprenden el levantamiento del monasterio de Cluny para vivir el cristianismo alejados del mundo. A partir de entonces fundan abadías en toda Europa, siendo el Camino de Santiago un ámbito idóneo para la construcción de monasterios benedictinos, como es el caso de San Zoilo en Carrión de los Condes y el de Sahagún de Campos, denominado “la Cluny española”. Es, por otro lado, el nacimiento de la cultura del Románico, que se glosará en capítulos posteriores. En consecuencia, esta idea expansionista de la Orden conlleva el proyecto de mejorar el Camino mediante la construcción de puentes, hospitales, iglesias, trazados viarios, fuentes, e incluso a través de la elaboración de un código deontológico que obliga y cuida al peregrino en su deambular. Puede afirmarse que desde el siglo XII el Camino Francés está definitivamente concluso merced a la labor constructora patrocinada por los cluniacenses, que se convirtieron en una verdadera escuela de ingenieros de caminos en la Alta Edad Media. Cuestión aparte es la acumulación de riquezas y poder temporal de la Orden que abocó a la reforma emprendida por la también benedictina Orden Cisterciense de San Bernardo de Claraval, y que supuso el ocaso de los Cluniacenses. No obstante, esa es una parte de la Historia occidental tan interesante como ajena a nuestro relato.
jmfanjuldiaz
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3:53
Cuenta
la leyenda que, entre sus muchos viajes, San Francisco de Asís
peregrinó a Santiago de Compostela hace 800 años. Esta efeméride, junto a
valores del santo como la prédica de la pobreza, el caminar como forma
de conocimiento y el amor por los animales y la naturaleza son los ejes
de On the road (En el camino), exposición presupuestada en un
millón de euros que reúne en la ciudad gallega 44 obras —pinturas,
esculturas, fotografías, instalaciones, vídeos y películas— de 35
artistas contemporáneos nacionales e internacionales, organizada por
Turismo de Galicia, dependiente de la Xunta. Si la muestra comisariada
por Gloria Moure es
ambiciosa, su emplazamiento es otro aliciente. El corazón está en el
palacio de Gelmírez, joya románica del siglo XII adosada a la catedral y
que tras una larga rehabilitación y 600.000 euros de coste, luce de
nuevo para eventos culturales.
"Francisco
de Asís es clave en la cultura europea, se sea creyente o no. Fue un
revolucionario, una figura que se enfrentó a la jerarquía", aseguró ayer
jueves Moure durante la presentación de la muestra. Pero On the road,
abierta desde mañana sábado hasta el 30 de noviembre, no es una
remembranza del santo, sino una selección de piezas —12 de ellas creadas
expresamente para la exposición— "de artistas de distintas generaciones
que ayudan a preguntarnos por este mundo inestable y de cambios".
Este
camino franciscano por el arte contemporáneo comienza en la antigua
sala de armas de Gelmírez con dos monocromos, un tapiz azul y otro oro,
del francés Yves Klein. Fueron su inspiración tras visitar los frescos
de Giotto en la basílica de San Francisco de Asís que retrataron al
santo. La sala está centrada en el material con que se realizan las
obras "porque representa la idea de la pobreza que defendía Francisco de
Asís", explica Moure. Un buen ejemplo es el sobrio
De los harapos, del gallego
Antón Lamazares.
La última planta de Gelmírez recibe al visitante con un fuerte olor a laurel. El italiano
Giuseppe Penone la ha forrado con las hojas de este árbol para respirar la naturaleza. Más adelante espera
Deeparture(2005),
la inquietante película del rumano Mircea Cantor. Su relación con el
santo que quería a los animales es un filme en el que un ciervo y un
lobo encerrados en una sala se observan durante tres minutos, en tensión
pero sin violencia. "Podemos vivir sin matarnos", señala Moure.
Una de las piezas que más atrajo en la presentación fue
Face to face, del inglés
Anthony McCall (1946).
En una gran sala a oscuras dos vídeos proyectan sobre dos pantallas de
doble cara unos trazos curvos que lentamente van cambiando de forma,
todo aderezado con el humo de dos máquinas. "El visitante puede caminar
entre las pantallas y sentir que forma parte de la obra y culminarla",
destacó el artista.
La fuerza de la naturaleza se exhibe en el acrílico
Mesón de fierro (2011), de los argentinos
Guillermo Faivovich (1977) y Nicolás Goldberg (1978),
que recrea el único dibujo conocido de la misteriosa mole de hierro que
durante siglos atrajo hasta el desértico Chaco argentino a exploradores
y nativos hasta su también inexplicable desaparición.
Un pasillo del palacio es el espacio escogido por
Francis Alÿs (Amberes, 1959) para
Albert’s way, una instalación creada para
On the road en
la que ocho pantallas muestran cómo el belga se filmó, en su colorido
estudio mexicano, caminando 10 horas al día durante una semana para
cubrir 100 kilómetros, la distancia por carretera que une Ferrol con
Santiago, el llamado Camino inglés. El artista también ha dejado
constancia de su caminar en un cuaderno de notas y dibujos.
Casi a la salida aguarda
Buon fresco, 33 minutos de película que presenta por primera vez la inglesa
Tacita Dean (Canterbury, 1965) y que grabó en la basílica de San Francisco de Asís. Allí
la artista acercó
la cámara a los frescos de Giotto sobre la vida del santo a una
distancia tan corta que descubrió figuras de demonios ocultas y, como
describió ayer, "las impresionantes pinceladas, unas impresionistas y
otras abstractas, del pintor italiano".
On the road continúa
en la desacralizada iglesia de Santo Domingo de Bonaval. En la nave
central de este templo del siglo XIII se han distribuido 10 cubos de
vidrio del neoyorquino
Roni Horn que parecen gigantescos vasos de agua a punto de desbordarse. Integrado en la iglesia ha quedado
Espiral Poblenou, de
Mario Merz.
La obra del italianofallecido
en 2003 es una instalación que arranca del pie de la escalera del
púlpito y gira sobre sí misma en un camino de piedra, vidrio y acero.
Y de un lugar donde se rezaba, a uno donde se honraba a los difuntos. A la espalda de la iglesia, el pontevedrés
Jorge Barbi ha pintado de colores suaves los nichos vacíos del cementerio de Bonaval.
En el final del camino (2014)
es un buen ejemplo para reflexionar sobre la máxima del de Asís: "Es
inútil caminar a cualquier parte a predicar, a menos que nuestro caminar
sea nuestra prédica". Palabra de santo.
Publicado por MANUEL MORALES
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A trail has
finally broken me. I've met a trail that I just can't hack. It's El Camino
Santiago.
I'm pretty
tough mentally. I smile during mountaineering moments when most people cry.
I've hiked nearly 15,000 miles (24,000 km) in the last decade, having a blast
under nearly all conditions. I've never even though about quitting a trail.
Until now.
Walking from
Pamplona to Burgos is murderously dull, yet most say it is much more scenic
than Burgos to Leon. That's when I considered quiting.
It also made
me admire all the pilgrims who are not only able to walk the whole trail, but
to also do it with a smile on their faces! I am clearly not tough enough!
But I won't
quit. Fortunately, I have a solution that will keep me from giving up
completely.
Where is El Camino
Santiago?
The
name El Camino Santiago is deceptive. Its most popular
translated names (the Way of St. James or Le Chemin St. Jacques)
are also misleading. These names imply that there is one trail, one way, one path
to Santiago de Compostela, Spain. Nothing could be further from the truth.
In fact, ANY
way to Santiago de Compostela is a Camino Santiago. All roads may lead to Rome,
but all caminos lead to Santiago de Compostela.
If you zoom
into the map of Europe on the right, you may notice that one trail is a bit
thicker than the rest. This is the famous Camino Frances, or
the French Trail. It is the most popular way to Santiago de Compostela.
However, the key takeaway from the map is that there are many
caminos.
Viana
Siendo yo un niño solía jugar con mi hermano y amigos junto a la charca de Viana, conocida hoy como La laguna de las Cañas. En torno a sus aguas, se creía que brujos de toda la comunidad se reunían para realizar conjuros e invocar al diablo, pero los niños nunca habíamos osado preguntar cuanto de verdad había en aquellas historias.
Una noche, mi hermano me convenció para esperar despiertos y observar... No pude contener mi pavor cuando, al mirar hacia el cielo, varias siluetas mágicas surcaron el firmamento en dirección de la charca de Viana.
Al llegar a casa me escondí aterrado bajo las sábanas, y cuando mi hermano estaba tratando de consolarme, como si una fuerza se hubiera apoderado de él, salió repentinamente de la habitación. A pesar de mi desasosiego, salté de la cama y le seguí. Nos adentramos en la oscuridad de la noche y enfilamos anhelantes hacia la laguna. Escondidos entre la maleza descubrimos espantados cómo varios brujos bailaban alrededor un intenso fuego mientras recitaban ininteligibles frases. De entre todos, pudimos reconocer a Juanes, vecino del pueblo que según las malas lenguas, siempre había anhelado ser proclamado sacerdote
Días después, comenzó a rumorearse que El Brujo de Bargota, como apodaban a Juanes, había invocado una noche al diablo y se había servido de malvados geniecillos para lograr levantar su casa en una sola noche. Y aunque nosotros habíamos sido testigos de todo aquello, no osamos confesarlo y se convirtió en nuestro secreto mejor guardado.
Años más tarde, tras la celebración del juicio de Juanes por el Tribunal de la Inquisición de Calahorra, mi hermano quiso hacer de aquella vieja casa su hogar . Pero pronto tuvo que abandonarla pues los gritos ensordecedores del brujo le despertaban cada noche helándole la sangre.
Aún hoy, si observa detenidamente el cielo, descubrirá la silueta del Brujo de Bargota, sobrevolando el pueblo de Viana...
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1:42
Feast Day of Saint James the Greater
July 25th Western Church
April 30th Eastern Church
Feast Day of St. James the lesser
May 3rd Western Church
October 9th Eastern Church
Both St. James the Great and St. James the less have a St. James Feast Day that is dedicated to honoring each man. St. James the Greater has a Feast Day dedicated to him on July 25th of each year for the Western church, and April 30th for the Eastern church. St. James the Lesser has Feast Days dedicated to him on May 3rd in the Western church since 1969, and October 9th for the Eastern church. St. James the Lesser also shares a Feast Day with St. Philip.
Part of the legend states that a Portuguese man was riding his horse on the beach and the horse plunged into the sea with the man still on the horse's back. The man suddenly emerged from the sea with scallops shells all over him, which is one of the symbols for St. James the Great. St. James the Great was a fisherman by trade, which is where Jesus met up with him and instructed James and his brother John to follow him. St. James the Great is the Patron Saint of Spain, blacksmiths, tanners, veterinarians, as well as equestrians. His depiction consists of James on horseback with cockleshells, a sword, and a pilgrim hat.
Saint James Feast Day in Spain is a national holiday where the Spanish celebrate in St. James' honor. There are many different traditions that have been formed in some of the countries. For instance, in England, it is customary to eat oysters, and proclaim that anyone who eats the oyster will not want for anything. In France, they eat scallops instead of an oyster.
While St. James the Great was handpicked by Jesus himself to follow him, St. James the Less was related to Jesus in that St. James' mother, Mary, was Jesus' mother's sister, Mary. It is also thought that St. James' mother, Mary, was at the crucifix when Jesus died. St. James the Less was called to the apostleship during Jesus' second year of preaching.
St. James the Less was the first Bishop of Jerusalem and served the church for 30 years. He was so devoted to prayer that his knees and forehead were hardened, such as that of a camel's hoofs. He was martyred in the name of God in 62 A.D. and prayed up to God for the forgiveness of his murderers while he was being stoned to death. The last hit that actually killed him was from a club, which is now used in his depiction.
A Feast of St. James the Less, or as he's sometimes referred to as James the Just, due to his abstinence from drinking wine, eating meat, never cut his hair and did not anoint himself. The last act to respecting St. James the Less in the church was that he was a Jewish Christian put to death by the Jews.
PEREGRINAS ILUSTRES POR EL CAMINO DE SANTIAGO
“No pido riquezas, ni esperanzas, ni amor, ni un amigo que me comprenda; todo lo que pido es el cielo sobre mí y un camino a mis pies”, declaró en una ocasión R. Louis Stevenson. Posiblemente, la mayoría de las personas que han vivido la experiencia del Camino de Santiago, se identificarían con la declaración del genial autor. Mucho se ha escrito sobre esta ruta mágica. Conocido también como el Camino de Europa o el Camino de las estrellas, se trata de una de las rutas viajeras y espirituales más importantes y enigmáticas de Europa. Forjador de leyendas, escenario de encuentros inesperados, vehículo también, de la exploración interior de quien lo realiza, el Camino es ante todo un fenómeno que desde la antigüedad, desborda las simples fronteras de Europa, y podríamos decir del mundo...
Cita:
“Este no es un viaje cualquiera, es una experiencia existencial, la emoción de llegar a un lugar santo no puede explicarse en palabras” Dama germánica anónima. Camino de Santiago en la Edad Media
La palabra “peregrino”, que deriva de la latina peregri o «en el extranjero», designa a quien se adentra en tierras extrañas en busca del cambio interior. Se peregrina, se camina para llegar “más allá” de uno mismo, no sólo física sino también espiritualmente. Por ello, desde muy antiguo, enterrar a lo largo de los caminos ha sido la manera de expresar la creencia en la otra vida. Esta es una costumbre antiquísima, común a muchas religiones, pero en el caso cristiano la peregrinación tiene algunos matices: en vez de colocar los muertos a lo largo del camino, en el caso de Santiago de Compostela es el sepulcro del santo el que genera el camino. A partir de aquí, el sepulcro de Santiago ha atraído a decenas de miles de peregrinos y peregrinas de todo el mundo.
Ya desde la antigüedad, el grito común a todos los peregrinos con el que se daba la orden de partida en cada etapa o se animaba a los desfallecidos, era ¡ultreia!, algo así como el ¡adelante! o el plus ultra como grito de combate o avanzada. Desde la instauración de esta costumbre, muchas mujeres emprendieron el camino al grito de !ultreia!, dejando después testimonio de sus aventuras.
Lejos de lo que se cree, el Camino es mas transitado por mujeres que por hombres. Quizás la razón radica en su capacidad de provocar una transformación interna, en propiciar ese viaje interior, al que la mujer suele ser mas proclive cuando experimenta un cambio de escenario. Muchas de las mujeres que lo realizan, son impulsadas por promesas, búsqueda de respuestas interiores, la necesidad de capturar un poco de magia durante esa experiencia que les pone en contacto directo con la naturaleza y cambia su modo de pensar, su opinión sobre ellas mismas, o les hace olvidar o al menos superar, algunas cuentas pendientes con su vida. “Tenía la sensación de un desierto de tiempo, de miedo ante la nada. Tomaba garantías para no sentirme sola, para no tener que enfrentarme a mí misma, o simplemente para convivir conmigo sin ayuda exterior” (Castillo Cuberos, peregrina por el camino de Santiago). Recogemos sus palabras sencillas y luminosas en los diarios que han dejado, y a medida que descubrimos el precio físico y psicológico que pagan, leemos sus relatos como si fueren una especie de homenaje a ellas mismas. Mujeres que escapan de las comodidades y la rutina de sus vidas cotidianas para lanzarse en brazos de lo inesperado, que enfrentan unas dificultades y situaciones desconocidas pero que sostienen firme la bandera de su tenacidad y proclaman sin vehemencia sus razones, objetivos o reivindicaciones internas.
La presencia de la mujer en el Camino no es un fenómeno nuevo. Desde la antigüedad, santas, reinas, nobles, enfermeras, y hasta mujeres al frente de Cofradías, han desfilado por él. Una de las primeras peregrinas fue Gilberga de Flandes (o Gerberga de Flandes). Peregrinó de Roma a Santiago llevando consigo nada menos que el manuscrito original del Codex Calistinus –la guía medieval que nos indica el Camino a seguir–. Acompañaba al celebérrimo Aymeric Picaud, monje del siglo XII autor de la obra, pero casi nadie tiene certeza de quien era en realidad esta pionera del peregrinaje a Santiago.
Lo cierto es que la mujer viene desoyendo desde antiguo las advertencias sobre los peligros que la acechan por el hecho de desplazarse sola y lleva siglos arrastrando sus largas faldas por lugares remotos. Desde que Egeria, la primera viajera documentada de la Historia, demostrara en el siglo IV que una europea podía aventurarse por Tierra Santa y salir con vida del envite, muchas otras mujeres fueron dando sentido y bandera a una forma de rebeldía interior y con su bolsa colgada al hombro, o sus baúles a cuestas, salieron a la luz y al calor de otras latitudes impulsadas por la fuerza de su fe. Otra de las pioneras en sentir la llamada del Camino fue una tal Bona de Pisa. A finales del siglo XII tras viajar como Palmera a Jerusalén y hacer una incursión en Roma, fue peregrina a Santiago y parece ser que hizo como guía de grupos de peregrinos. Sus relatos narrando sus aventuras viajeras, han adquirido la categoría de legendarios y dejaron muy claro que la experiencia mereció la pena.
Realizar un viaje de peregrinación hasta hace no mucho, suponía ausentarse de casa durante meses o años. No se tenía la certeza del regreso y la costumbre era hacer testamento. Durante siglos, los que practicaban la fe cristiana tenían por tradición peregrinar a los Santos Lugares pero durante la Edad Media, Jerusalén había sido conquistada por los árabes por lo que los caminos de fe, conducían inexorablemente a Santiago de Compostela o a Roma, ombligos espirituales de la época. Aún así, lo que el peregrino iba a encontrar en los agrestes parajes del Camino, lo convertía en una experiencia de alto riesgo. De hecho, hubo ciudades en la Edad Media que permitieron cambiar la pena de muerte tras un homicidio por la peregrinación a Santiago de Compostela. Era muy probable que el delincuente muriera durante su peregrinación, pero de regresar con vida, se consideraba que aquel hombre no era el mismo que el que partió, y se permitía de nuevo su reinserción a la sociedad.
Falsos peregrinos dispuestos a asaltar y robar, el riesgo de sufrir congelación, los ataques de los lobos, el contagio de enfermedades infecciosas e incluso la falta de agua potable, –que, durante la Edad Media produjo la muerte por envenenamiento de no pocos peregrinos y caballos–, hacían de este viaje una arriesgada aventura que no todo el mundo, por mucha fe que tuviera, estaba dispuesto a correr. Además, el viaje discurría por distintos reinos, con distintas monedas, y el simple hecho de cambiar, era de por si toda una aventura.
La picaresca estaba a la orden del día. Las posadas no eran demasiado recomendables, –con frecuencia servían de tapadera a la prostitución– los posaderos solían estafar a los viajeros con toneles de doble fondo, y los barqueros cobraban precios abusivos por cruzar un río, o bien su codicia los llevaba a llenar con demasiada gente sus precarias embarcaciones, lo que motivó que no pocos peregrinos perecieran ahogados.
Aún así, la leyenda del Santo, la belleza de los parajes del norte de España, o la fuerza de la fe, arrastraron a no pocas peregrinas que en mas de una ocasión pusieron su granito de arena para mejorar las infraestructuras y las comunicaciones de esta ruta. Isabel de Portugal, nieta de Federico II y de Jaime el Conquistador, que lo realizó en dos ocasiones, quedó tan impactada por la dura experiencia que destinó una importante suma a los centros asistenciales por los que había pasado en 1325 rumbo a Santiago. Además estableció, en su Libro de Horas, que abril y septiembre eran los mejores meses para el peregrino porque partía con buen tiempo y regresaba antes de la vendimia y de los primeros fríos. En cuanto a Isabel la Católica, alzó los hospitales de Ponferrada y Santiago y a la esposa de Sancho el Mayor, se debe la construcción del puente de la localidad de Puente la Reina. Los ejemplos son incontables: la iglesia del Santo Sepulcro de León, levantada para sepultura de caminantes, el hospital de Nájera, o el hospital de Caldas de Rainha o el de Sandoval, fueron construidos gracias a las con las donaciones de reinas y nobles damas que recorrieron el Camino.
Las historias hablan por si mismas, avanzan y retroceden en el tiempo, suben y bajan de intensidad, pero siempre tienen un contrapunto de generosidad, de privación, de amor y de fe. Y una gran parte de ellas hablan también de situaciones extremas que no siempre tienen un final feliz. El caso de Santa Orosia, patrona de Jaca, es célebre porque su aventura acabó trágicamente. Orosia era una princesa procedente de Aquitania que llegó a aquellas montañas acompañada de un numeroso séquito camino de Toledo, donde estaba destinada a casarse con un príncipe godo. La comitiva principesca, al pasar por los montes cercanos a la localidad de Yebra, tuvo la desgracia de caer en una emboscada tendida por una numerosa partida de musulmanes que los hizo prisioneros. Aben Lupo, cabecilla de aquella partida requirió los amores de la princesa cristiana pero fue rechazado una y otra vez por Orosia, que sentía sobre todo la incompatibilidad de su fé con las creencias de aquel moro que pretendía convertirla al islamismo y casarse con ella. El enamorado caudillo echó mano de todos sus trucos para convencerla y ante sus firmes negativas, no encontró otra solución que intentar convencerla recurriendo al miedo. Llegado el momento, hizo degollar al tío y al hermano de la princesa, y al no conseguir su objetivo la hizo decapitar junto a los demás miembros de su comitiva y arrojó sus cuerpos a una sima cercana.
Los peregrinos de hoy en día se sirven de las señales amarillas pintadas a lo largo de la ruta, de los consejos de otros caminantes, o hasta del Gps, para llegar a su destino. Pero hace trescientos o cuatrocientos años, las cosas eran bien distintas y la intuición, el sentido de orientación o la buena suerte eran los elementos con los que se contaba para llegar a buen puerto. Estaban también los “Faros” terrestres que indicaban desde la lejanía una ubicación, faros, en forma de campanario alumbrado. También ayudaban el tañer de las campanas y las grandes hogueras en las plazas de los pueblos, que sirvieron durante siglos para guiar a quienes les sorprendía la noche antes de alcanzar su destino. Pero la mujer ha sido desde antiguo una experta en el arte de sobrevivir. Lo tuvo que aprender a lo largo de su dilatado paso por este mundo sin necesidad de poner un pie mas allá del umbral de su propio hogar. Ha sobrevivido a la hambruna, a la fuerza física, al miedo, a las privaciones, al clima, y también a la soledad, y este último ingrediente ha sido muchas veces el elemento que mas la ha fortalecido. Una de las que pensaban que el distanciamiento y la incomunicación era lo que convertía un destino en edén, fue Ingrid de Skánninge. Debía ser una mujer muy segura de si misma y una entusiasta de la aventura porque tras enviudar, dedicó todos sus bienes a obras de caridad y tras una peregrinación a Tierra Santa en 1282, fundó el primer convento de dominicas de su tierra. Esta beata nieta del rey de Suecia, viajó a Roma para pedir la bendición del Papa, tras lo cual recorrió el Camino de Santiago afrontando los peligros que entrañaba el viaje.
De haberse conocido, Ingrid de Skánninge y la reina Brígida de Suecia, habrían tenido muchas cosas de las que hablar. Descrita por los historiadores como peregrina, política, mística y escritora, tras recorrer Alemania, Chipre, Italia, Noruega y hacer una peregrinación a Tierra Santa, realizó el Camino en 1341. Esta reina que enviudó también, hizo lo mismo que Ingrid de Skánninge: donar sus bienes a los pobres. Declarada santa por la Iglesia Católica en 1391, es además la santa patrona de Suecia, una de las patronas de Europa y de las viudas.
Lo cierto es que cuando los pies se ponen en marcha con voluntad propia, a veces es difícil pararlos y hubo no pocas reinas y nobles “amantes de la aventura” dispuestas a demostrarlo, aunque para algunas de ellas la fe fuera la excusa para lanzarse a recorrer mundo. Fue el caso de la hija de Enrique I de Inglaterra, que tras la muerte de su esposo Enrique V, emperador de Alemania, se embarcó en este peregrinaje hacia Compostela. Otras reinas y nobles la siguieron: Cristina de Noruega, la duquesa de Lancaster, la condesa alemana Richardis, Sofía de Holanda, Teresa de Coimbra, la inglesa Elizabeth Scales... y así un largo etcétera hasta nuestra actual reina, peregrina por el Camino de Santiago.
Desconectadas de sus mundos, aisladas, doloridas,… las mujeres han seguido expandiendo sus alas a lo largo del Camino, poniendo de manifiesto cuanta razón tenía Antonio Machado al afirmar: “Caminante no hay camino… se hace camino al andar”.